Y sobre esta base “ a la creta”, en donde el puro grafismo explaya, sin lujos ni alardes, pero de una manera extraordinariamente intensa, todas sus preñadas virtualidades expresivas, unas sutiles y sobrias notas de color, en modo alguno decisivas -lo decisivo es la propia encarnadura formal y espiritual del dibujo-, unos palpitantes y aéreos aletazos de color coadyuvan al enriquecimiento cromático y estético de la obra, a la mayor densidad y vibración atmosférica de los temas.
El lápiz en manos de Emilio Serrano adquiere entonces constituyente categoría de alígera batuta orquestal en manos de un exigente director: leve lápiz-batuta que sabe convocar o suscitar sobre el vacío o el blanco del silencio las más melódicas y cromáticas notas plásticas, una extraordinaria variedad de matices, de modulaciones, sonidos, de reverberaciones y de ecos.
Pues esta concepción del dibujo, la teoría y el trazo dibujísticos de Emilio Serrano, no es la del dibujo entendido a la manera convencional y ancilar, subordinado a la prepotencia de las luces y del color, no es el mero y externo grafismo al servicio de unas formas modeladas posteriormente por el color, sino que es un dibujo dotado de una concitadora plasticidad de dimensión pictórica, y no meramente lineal.
Se trata, pues, de un nuevo concepto del dibujo como pintura, capaz de conformar todo un orbe de entonaciones, de valores, que da al final un orden de modulaciones plásticas y formales capaces de suscitar todo un mágico mundo emocional y climático. De este modo, cuatro o cinco trazos decisivos con algunas leves notas cromáticas pueden suscitar o expresar más, y más intensamente, que una radiante y clamorosa sinfonía de colores. Pues cuando el dibujo se inviste de emoción, de lucidez técnica, de penetración introspectiva, de capacidad de sugestión y de plasmación de climas y recuerdos vividos, a pesar de la forzosa austeridad de sus parcos medios expresivos, puede ser capaz de plasmar toda una compleja idea o atmósfera estéticas, como el óleo. Cuando el dibujo logra esta excelsa dimensión creadora, unos sinceros trazos, aunque de línea reflexiva y constante, pueden así configurar todo un mundo acabado y completo, autosuficiente, un poco como ocurre asimismo con la ascética y sugeridora pintura oriental, esa pintura caracterizada por su profunda y difícil simplicidad, hecha de sugestiones y silencios, cuya técnica y concepción estéticas, su especial manera de mirar, ya suponen una distinta concepción del mundo, basada en una filosofía diferente, a la de los maestros de Occidente.
Y al igual que esta pintura oriental, en su alquitarada y esencial parquedad de recursos, no obstante, puede brindarnos una completa y fidelísima concepción y expresión del mundo, el ascético dibujo de Emilio Serrano es también capaz de crear, sobre todo, una particular atmósfera de emoción con sus aparentemente pobres medios técnicos o materiales, una especial tensión plástica que apoya o refuerza, o mejor, conforma a todos los efectos el contenido, completo y autosuficiente, de la idea.
Carlos Clementson.
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